Ayer estaba tirada sobre la grama. Eran como las once de la mañana y el sol estaba rico, no quemaba. De pronto pensé en todos aquellos que no se han acostado sobre la grama en mucho tiempo y pensé que sería bueno que lo hicieran de vez en cuando.
Pensé, también, en compartir el cielo que vi ayer, con los árboles que rodean mi casa y todo el asunto.
Les regalo este viaje asoleado, para que se tomen un par de minutos para ver el cielo, encontrarle forma a las nubes y para que dejen que el mundo se las arregle solo un ratito.
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