jueves, octubre 18

Bienvenido Don Conejo

Le doy la bienvenida no oficial a la mascota no oficial del blog. Le deseo toda la suerte que no sé si tuvo la última mascota que compartimos el Chino y yo. Dicho individuo fue Perro Muerto. En realidad no era nuestro, ni estaba muerto, tampoco nos consta que fuera 100% perro, pero llenaba un pequeño espacio en esas tardes de vino por los parques de la ciudad.

El señor Don Perro Muerto vivía (no mencionen la paradoja en este asunto) a un par de cuadras de la casa del Chino. Dormía debajo de los carros o en un pequeño espacio lleno de tierra en la banqueta. Solo una vez lo vi caminar y casi me muero de la emoción.

Supongo que seguirá por esas calles cercanas a la vía del tren, caminando por callecorreos cuando nadie se da cuenta de que en realidad vigila esos espacios vacíos que están reservados para las figuras de nuestra imaginación.

Los viajes a través de


Hace tiempo hubo una caricatura que quizás alguno recuerde: Ulises 31. Todo un rollo sobre un Ulises espacial que por desobedecer a los dioses tuvo que vagar por el universo en busca de sus hijos. Digamos que todo un remake de la historia clásica con el detalle sensacionalista de la unión familiar después de pasar por innumerables pruebas. Pero no es eso lo que me importa en este momento, porque en realidad mis recuerdos de toda la historia son bastante vagos. Yo sé que la miraba todas las tardes, yo sé que la cancioncita del inicio me sigue pareciendo todo un efecto de la psicodelia y que recuerdo con nitidez un detalle, una parte microscópica de un episodio (eso es bastante más de lo que recuerdo de otras cosas) que le vale a esta caricatura un lugar en mi corazón.

El asunto es que los personajes están atrapados en una cámara y tienen una sola forma de escapar, usar “algo” (vamos esos detalles se me escapan) que les permitía atravesar la materia, paredes y cosas así. Los humanos no pueden usarla, por la falta de oxígeno al hacer el viaje a través de un muro muy espeso, por ejemplo. Deciden que el único que puede hacerlo, es el pequeño robot Nono, el robot sidekick que por lo regular servía un poco de relleno en las aventuras. Lo mandan (y he aquí la imagen que recuerdo con nitidez) entra en la pared y ve el interior lleno de luces y formas, porque su viaje es a través de la materia. Supongo que el final es feliz, lo recordaría de haber salido algo mal.

Me parecen curiosos los detalles que uno recuerda con el paso de los años, ideas que marcan el resto de tu vida y que te sirven cuando llega ese momento en que los cuates se ponen a hablar de las caricaturas que vimos.