lunes, noviembre 5

Viajes Vergonzosos (again)




Desde tiempos inmemoriales, el hombre ha buscado el entretenimiento. No sabemos en que momento dicho entretenimiento pasó de ser sano a un espectáculo degradante. Tal vez todo se remonte a las épocas del coliseo romano, o más cercanas, a la era industrial. A principios del siglo XX y un poco antes, fueron los espectaculos de "rarezas humanas": la mujer barbuda, el hombre elástico, los enanos. Con la era de la información fuimos introducidos al mundo de los talk shows, como el de Gerardo, tipo con mostachón que trataba los temas que aquejaban al público norteamericano. Gerardo no fue el primero ni ha sido el único en explorar los sentimientos y situaciónes más bajas del ser humano. De hecho, en aquellas épocas aún había algo de recato. Poco a poco, los talk-shows invadieron los hogares hispanos. El show de Cristina, abrió las puertas al televidente hispanohablante a un mundo de bajezas y desencantos de la vida humana. De esta forma fueron plofirerando inmundos programas televisivos cada cual más grotesco que el otro, cada cual más violento, degradante y estúpido. Se incluyeron golpes para hacer más sensacionalista la intervención del "host", para tocar la vena sentimental del incauto espectador. Muchas personas creen que con este tipo de shows se estimula la consciencia, el criterio y quien sabe cuántas mentiras más. Hace poco me entero que la señorita laura señorita laura señorita laura viene al país a presentar su "show" en seis distintas fechas. No es esxtraño que paises como el nuestro sirvan de escenario y abran sus brazos a tan bajos programas, pero como bien es cierto lo de pan y circo, no nos queda más que observar atónitos como el "buen criterio" del guatemalteco se pone de manifiesto al poner el dedo sobre el individuo que lleva su "caso" a la televisión (esto no se sabe a ciencia cierta, unos dicen que se les paga, otros no), ya que al fin y al cabo, es bueno salir pensando y lleno de aspavientos repetir que cómo es que hay gente así, que cómo es posible, que qué verguenza, qué desgraciado señorita laura, señorita laura, señorita laura...