Chilly wind is blowing
Waiting for you the waves of the sea are getting bigger
And the waves get bigger and bigger
Hermosa, realmente hermosa. No le quitó el primer lugar en mi corazón a Spirited away, pero llegó muy alto en mi lista. Me hizo reír, querer vivir en Japón, encontrar a un espíritu del bosque, vivir en una casa embrujada. Quien no la haya visto TIENE que verla.
Hago una nueva parada en éste viaje para saludar a todos y todas. Posiblemente sean pocos quienes visitan la fábrica, pero sepan que pocos o no, estoy muy agradecido con los comentarios que pasan por el aire en constante viaje. La fábrica de viajar sigue visitando mundos insospechados y el diseño se ha ido mejorando lentamente, es parte del proceso. Juntos hemos reido y lo seguiremos haciendo por lo que nos quede, que en éstos tiempos ya no se sabe qué sucederá tecnológicamente hablando. Pero mientras se averigua, acá seguiremos viajando abriendo brazos, respirando, cayendo, subiendo, perdiéndonos y encontrándonos, para ver todo y a todos desde arriba, muy alto, en secreto, en relámpagos, en fin, viajando como viajantes que somos. 
Han pasado ya ocho meses desde que la fábrica nació. En éste recorrido se ha instaurado la costumbre de cambiar de portada al blog. La primera portada que tuvimos fue una línea de tren, la segunda fueron fotografías, no recuerdo si hubo tercera portada. Para no perderlas, acá subo las últimas dos correspondientes al mes de marzo y abril. Espero poder al final del año o al momento de nuestro aniversario poder subir todas las que se vayan creando hasta esa fecha. A un lado encuentran la encuesta sobre las portadas. Saludos.
Hoy es un día a toda madre. Escucho Mother de Pink Floyd y posteo esto para celebrar el día. Desde acá saludo a las madres que nos visitan (que asumo son pocas o nulas, pero igual, acá está). Haciendo una parada, me adentro al uso de la palabra madre. Se dice, por ejemplo, hijuesumadre a aquella persona que resulta ser intrépida o abusadora, aunque también puede aplicarse el término de forma despectiva al decir: ese hijuesumadre. El hijuesumadre anterior, es decir, anterior al despectivo, puede ejemplificarse de la siguiente forma: ese hijuesumadre se fue sin pagar. Se alude, entonces, a una persona que obra de forma disimulada, oculta, inteligentemente maliciosa. Existen muchos otros usos para la palabra madre o hijuesumadre. Por ejemplo, está el hijuesumadre chistoso: el hijuesumadre se fue sin pagar. Sí... ustedes creerán que se trata del mismo hijuesumadre anterior, el despectivo. Pero todo cambia conforme la modulación y tono, es decir, en la forma en que se diga. Este otro hijuesumadre puede ser dicho con una sonrisa en los labios, apuntando entonces a que el hijuesumadre que se fue es un hijuesumadre divertido, igualmente intrépido pero creativo. El hijuesumadre malparido es otra forma diametralmente distinta de hacer uso del hijuesumadre. Acá, el hijuesumadre es acentuado con un malparido, lo que nos indica el repudio total. No se trata de un hijuesumadre divertido ni intrépido, va mas allá de lo despectivo, se vuelve un hijuesumadre molesto, aunque ésto claro, cambiará según la forma en que se diga. No se trata acá de agotar todas las acepciónes de la palabra o su uso, simplemente de ver que depende mucho de la forma en que se diga.
P U L P
Aún hoy no acabo de comprender cómo pude cometer la equivocación la segunda vez. Probablemente estaba tan atento a no fallar que imaginaba un fa sostenido detrás de cada nota. Si de mí hubiera dependido, no hubiera tocado más que fas sostenidos desde el principio, y tenía que hacer un esfuerzo para contenerme. Fa sostenido todavía no… todavía no… Hasta que, al llegar el momento, volvía tocar un fa en lugar de un fa sostenido. Ella se puso colorada como un tomate y empezó a chillar: ¡pero será posible! ¡Fa sostenido he dicho, por todos los diablos! ¡Fa sostenido! ¿Es que no sabes lo que es un fa sostenido, zoquete? ¡Escucha! –deng-deng. Y, con un índice que, tras décadas de enseñanza, tenía la yema tan aplastada como una moneda de diez centavos, pulsaba la negra que estaba al lado del sol. ¡Esto es un fa sostenido…! –deng-deng- Esto es… -Entonces tuvo ganas de estornudar. Estornudó, se pasó rápidamente el mencionado dedo índice por el bigote y pulsó la tecla otras dos o tres veces mientras chillaba: ¡esto es un fa sostenido, esto es un fa sostenido…! Luego, se sacó el pañuelo de la manga y se sonó.
Yo me quedé mirando el fa sostenido y me puse blanco. En el borde de la tecla había quedado pegado un moco fresco, reluciente, entre verde y amarillo, de un dedo de largo, ancho como un lápiz y retorcido como un gusano que, con el estornudo había pasado de la nariz de la señorita Funkel al bigote, luego, al limpiarse, del bigote al dedo y del dedo al fa sostenido. ¡Otra vez desde el principio!-gruñó la voz a mi lado. Uno, dos, tres, cuatro… y empezamos a tocar. Los treinta segundos siguientes fueron los peores de mi vida. Yo notaba que la cara se me quedaba sin sangre y que la nuca me sudaba de angustia. Se me erizaba el pelo, las orejas me ardían, luego se congelaban y al fin se quedaban sordas, como si me las hubieran tapado, de tal modo que apenas oía ya la graciosa melodía de Antón Diabelli que yo tocaba mecánicamente, sin mirar la partitura. Era la tercera vez y los dedos se movían solos; pero yo, con los ojos muy abiertos, miraba la fina tecla negra al lado del sol que tenía el moco de Marie-Louise-Funkel…todavía siete compases, seis… imposible pulsar la tecla sin apoyar el dedo en el moco…todavía cinco compases, cuatro… pero, si no la tocaba y, por tercera vez, tocaba un fa en lugar de un fa sostenido, entonces…tres compases…!OH, Dios mío, haz un milagro! ¡Di algo! ¡Haz algo! ¡Que se abra la tierra! ¡Destruye el piano! ¡Haz que el tiempo corra hacia atrás para que yo no tenga que tocar el fa sostenido!... dos compases, uno… y el buen Dios callaba y no hacía nada, y el último y terrible compás había llegado, compuesto, todavía lo recuerdo, por seis corcheas que bajaban del la hasta el fa sostenido y una semicorchea que desembocaban en el sol… y mis dedos bajaron por la escala de corcheas como en un infierno, re-do-si-la-sol… ¡ahora fa sostenido!, gritó la voz a mi lado… y yo, sabiendo perfectamente lo que hacía, con absoluto desprecio de la muerte, toqué fa.
Y para ponerle música al relato, acá un tema de Luis Pescetti: el moco
Ser Kitsch