El Día de los Muertos

Por estos días aparece la polémica sobre el origen satánico o maligno de la celebración de Halloween, ciertas iglesias llaman a la cordura para que no se disfrace a los niños y no caigamos en la tentación de usar unos colmillos sangrantes de plástico o un sobrero de bruja con pelo verde. Lo cierto es que el Halloween ha sufrido muchas transformaciones a lo largo de los años pero el sentido se conserva, ese día, como en el día de muertos, recordamos que algún día estaremos del otro lado, recordamos que no podemos evitarlo y que además no sabemos cuando será el turno. Recordamos también lo macabro, lo insoportable y lo temido para solo ese día sonreír por ese destino ineludible para todos.
Cuando nos vestimos de brujas, vampiros, hombres lobo o zombies disfrutamos de la muerte, invertimos los papeles para asustar a los propios miedos y sacudirnos los fantasmas que no nos dejan dormir.
Halloween es un día para reconocer que la muerte esta sobre el hombro izquierdo, como diría Don Juan Matus, pero no para correr lejos de sus garras siniestras sino para reirnos con ella y reconocer las bondades que la finitud le da a nuestras vidas. No hay nada como saberse mortal para poderse gozar esta vida todos los días como si fuera el último.
Así que a disfrazarse de monstruo y a encontrar motivos para celebrar lo macabro y lo temible porque es un privilegio tener esta celebración en el calendario.